viernes, 22 de marzo de 2013

En el parque con los abuelos



Carlos Julio:

La ropa que usaban antes en la Semana Santa era parecida a la tela y se vestían de blanco.
Siempre hacían procesiones, se escuchan voces y las "mucuras" en las noches; solo las ve el que las va a cojer.


Pedro:

En Semana Santa se tenía que estar en reposo toda la semana.  No se hacía comida, no se podía barrer, no se podía trabajar,  solo era oración.

El Jueves Santo lavatorio de pies, el Viernes Santo era ropa negra, y el Sábado Santo oración al santo sepulcro.


Fernel:

En la Semana Santa no tocaban campanas, eran matracas. No cocinaban en casa, hacían la comida el lunes para toda la semana. Los Viernes Santos,  la gente salía a buscar "mucuras" o tesoros. Si orinaban en la calle se decía que estaban orinando al señor.

Lo acompañaban la familia. Visitaba el Santo Sepulcro y las iglesias. Todos se vestían con traje de paño negro.

No decían nada por miedo.


Marco:
 
No podían gritar, no había  juegos bruscos o semana de recogimiento, no había escándalos, mucho respeto, comidas suaves, ayuno y procesiones.

Visitaba los monumentos, iglesias acompañado de sus padres. Las mujeres se vestían con traje largo, pañoleta y los hombres se vestían de negro.

Normalmente en semana santa se dice que los Viernes Santos se capturan "mucuras". Estas se manifiestan por una luz que indica el camino en donde se encuentra el tesoro (como le llamamos a la mucura). No a todas las personas se les presenta la luz, sólo a las personas que han tenido algo que ver con el dueño de la "mucura". Nuestros antepasados usaban este sistema como caja fuerte.



miércoles, 20 de marzo de 2013

Nuevo comienzo

Estudiantes de los grados 3°, 4° y 5° participantes de los talleres.

¿Qué recuerdo del día de mi nacimiento? ¿Cuál es el centro de mi casa? son preguntas que en un principio parecieran no tener ninguna dificultad para responderlas, bastaría de pocas palabras para hacerlo. Pero si las detallamos más fondo, abarcan un gran significado, que nos detienen a pensar por un buen rato y nos remiten mágicamente al ejercicio de la escritura; porque no siempre basta con dar una respuesta.

Descubrir y disfrutar de esa aventura que es la búsqueda de respuestas es mucho más importante que vanas palabras que quedan flotando en el viento; porque quizás respuestas a esas preguntas ya existan, pero en el buscar nuestras propias respuestas está el verdadero sentido de nuestro ejercicio.


Despejar nuestra mente, disponerla para recordar, para que busque en los rincones más ocultos de nuestra memoria esas imágenes -que con el tiempo tienden a deteriorarse y a caer peligrosamente en el olvido-, de hechos vividos, de historias contadas, no es fácil. 






Cuando en nuestra mente una chispa, una idea, un recuerdo surge, el llamado de la hoja hablan se nos hace necesario, y allí comenzamos a navegar en ese gozoso mar donde damos plena libertad  a la imaginación, a que las palabras bailen al ritmo del lápiz.








Los talleres son basados en la cartilla Cuerpo, Casa,
Ciudad de Benjamín Casadiego.

El ejercicio de escribir a partir de una pregunta, nos da un punto de partida para comenzar nuestra actividad. La creación de un historia o hasta de un de una frase, ya son grandes pasos para vencer la timidez ante la angustiosa libertad que es tener la hoja en blanco y sentir que no hay palabras para describirla.